Estar en el mundo pero no ser de él
Estar en el mundo, no ser del mundo.
No de cosas. De pensamientos.
De pensamientos de que necesitamos más cosas.
De nuestros problemas y dolores,
De nuestra mente y sus giros.
De nuestra incesante necesidad de hacer más, de ser más.
No de nuestra rastrera culpa subyacente,
No del último arreglo.
No de la presión pegajosa sobre los hombros,
Del hambre insaciable,
y la siguiente cosa mejor.
Estar EN el mundo.
En tu dharma,
En tu propósito,
En tu camino,
En la acción que te gusta.
Predique con el ejemplo,
Sé el camino.
Saca a relucir tus dones y talentos,
Tu afán y tu luz,
Su suavidad y cuidado.
Para que puedas esparcirte,
Para que podamos compartir,
Y podemos crear
Un cambio colectivo.
"Estar en el mundo, pero no ser del mundo" es una frase que se oye mucho en la subcultura cristiana. Se refiere a lo que dijo Jesús según recoge uno de sus amigos íntimos en Juan 15:19 y Juan 17:14-16.
Subrayo EN porque la mayoría de las veces somos del mundo. Lo que ocurre fuera acaba consumiéndonos. Estamos en una especie de hechizo hipnótico de distracción. Hay tanto que mirar, pensar y hacer últimamente. Son demasiadas cosas, y no hay tiempo suficiente para ninguna de ellas, en realidad. Estamos hipnotizados por nuestros trabajos, las noticias, las redes sociales, los anuncios y los últimos productos para el cuidado de la piel. El algoritmo se ha abierto camino hasta las grietas y dendritas de nuestras neuronas. Nuestros teléfonos saben exactamente lo que "necesitamos", lo que no hace sino crear esa sensación de no tener nunca lo suficiente. ¿Cuándo me arreglaré y me pondré bien?
Tenemos la ilusión de que el poder es consumir el mundo al alcance de la mano con un doble clic en nuestra Apple Wallet, pero en realidad nos consume a nosotros. Nuestra energía nos entra por los ojos, los oídos y las papilas gustativas cada segundo.
La invitación se convierte entonces en estar EN el mundo. Aquí. Ahora. Para poder absorber esta vida que estamos viviendo. Tomar la decisión consciente de estar presentes con nosotros mismos o con cualquier otra persona. Al principio puede parecer que es demasiado esfuerzo, demasiado duro, y que para hacerlo hay que convertirse en yogui o en algún tipo de ser de meditación "espiritual". Es más fácil tomarse un vaso de vino o una cerveza y adormecerse. Por qué no hacer scrollllll a través de instagram, para que los anuncios y las fotos de gente que ni siquiera conocemos lleven nuestros pensamientos muy lejos de aquí, de nosotros mismos. Es más fácil distraernos que encontrarnos con nosotros mismos.
No pensamos en ello, pero en realidad, la forma en que actuamos tan distraídos todo el tiempo, sólo muestra nuestra falta de voluntad de estar aquí. En medio de la distracción con el ruido exterior se hace fácil olvidar, de una manera muy profunda, quiénes somos. Y esto no es una buena noticia.
Tal vez tememos que si nos encontramos realmente con nosotros mismos corremos el riesgo de estar demasiado a gusto, demasiado alegres, demasiado contentos, y nadie nos ha enseñado eso realmente. De hecho, probablemente nadie nos ha dicho que nos lo merecemos, y por eso estamos predispuestos a quejarnos o a sentirnos mal por las cosas. Vivimos a través de un filtro de cosas que nunca están del todo bien, y nos aferramos a nuestros dilemas del pasado y los repetimos una y otra vez. Nos metemos en el mismo tipo de relaciones y frustraciones. Nos volvemos adictos a la imperfección de todo, y nos centramos y perdemos nuestra energía en ella.
Hagamos que el mundo vuelva a ser nuestro (digo vuelva porque nacimos con esto). Estemos EN él. Seamos directores del corazón de nuestras vidas. Cuanto más profundo viajemos dentro del corazón, más magia seremos capaces de cultivar en el mundo exterior. Sólo podemos crear cambios en el mundo que nos rodea cuando estamos en contacto con nuestra verdadera esencia, la esencia de todo nuestro potencial. Cuando nos movemos y vivimos desde nuestro corazón, se aclara nuestra visión y podemos ver las cosas como son: brillantes y llenas de magia.
Me he dado cuenta de que hay dos componentes muy importantes que me ayudan a no distraerme con el ruido: la humildad y la gratitud. La gratitud crea una puerta para ver nuestros dones y talentos y reconocer nuestro deber de ampliarlos en nuestra vida. La humildad nos permite reconocer que no lo sabemos todo, lo que significa que podemos permitir que las experiencias de nuestra vida nos enseñen, de modo que podamos corregir el rumbo y reorientarnos en cualquier momento.
En el FOTM de Jivamukti Yoga de febrero de 2025 "Krishna presta especial atención al yoga de la acción: renunciar a la propiedad de los frutos/resultados de nuestras acciones y actuar por un bien mayor en el mundo". Que se refiere a estar en el mundo sin esperar nada a cambio; hacer por hacer porque al hacer, estamos entrando en contacto con nuestro propósito que a su vez, crea un impacto en el mundo.
Lleva una mano al corazón y otra al vientre. Siente tus pies. Eso es. Siente tus pies conectados al suelo debajo de ti. Siente la conexión entre tus pies, tu vientre y tu corazón. Cómo este latido te mantiene en pie. Respira y siente dónde estás parado. Toma conciencia de tu conexión con esta realidad. Es la única que tenemos, así que métete en ella. Profundiza en ella. Y quizá te levantes.
Atentamente,
Fernanda