Donde va la atención fluye la energía

Mi madre solía decir que las personas altas tienen esa capacidad de ver las cosas desde arriba; que tienen una perspectiva mejor y más desapegada de la vida. Por otro lado, nosotros los "chatos" (bajitos) tenemos la cabeza demasiado cerca del culo y nos confundimos y encendemos fácilmente con las cosas más pequeñas. No estoy tan segura de esa teoría mamá, PERO curiosamente a veces siento que mi naturaleza "bajita" se hace evidente: Puedo notar cómo mi mente va rápido y en círculos, y que tal vez mi cabeza realmente está demasiado cerca de mi culo?

Bromas aparte, muchos de nosotros tenemos mentes torbellinosas muy activas que constantemente piensan más de la cuenta. En sánscrito se denominan citta vrittis o "torbellinos de la mente".

Pensamos que nuestra mente es una herramienta poderosa que puede llevarnos a cualquier parte, y la utilizamos todo el día para microgestionar y controlar nuestras vidas. Nuestra sociedad occidental ha hecho de la mente racional pensante lo más preciado que tenemos. Desde que éramos niños se nos animó a sacar sobresalientes, memorizar, calcular y resolver ecuaciones complicadas. A lo largo de los años le hemos dado tanto poder a nuestra mente que ahora tiene un control total sobre nosotros, lo que hace que a menudo nos sintamos fácilmente agitados, ansiosos y confusos, impidiéndonos vivir una vida creativa y espontánea porque simplemente queremos tener el control sobre e-v-e-r-y- t-h-i-n-g.

Incluso podemos tratar de controlar la forma de nuestro cuerpo controlando nuestro apetito, los alimentos que comemos, la forma en que hacemos ejercicio, y luego, cuando sentimos que ya no podemos controlarnos a nosotros mismos, ¡buscamos controlar también a otras personas! Ya sea novio, novia, cónyuge, amigo o compañero de trabajo, de repente estamos TAN centrados en microgestionar lo que hacen o dejan de hacer, y caemos en la gran trampa de juzgar. La necesidad de controlar nuestro cuerpo y nuestra experiencia del mundo está alimentada por la creencia de que el resultado de las cosas depende únicamente de lo que hagamos o dejemos de hacer. Poco sabemos, porque en realidad la vida tiene su propia forma mágica de hacer que las cosas sucedan, que no tiene nada que ver con lo mucho que empujamos y tiramos; al contrario, la verdad real viene de dar un paso atrás, ampliar la lente y volverse receptivo.

Me encanta esta cita de Zen en el arte del tiro con arco:

"¡El arte correcto", gritó el Maestro, "no tiene propósito, no tiene meta! Cuanto más te obstines en aprender a lanzar la flecha para dar en la diana, menos éxito tendrás en lo uno y más retrocederás en lo otro. Lo que se interpone en tu camino es que tienes una voluntad demasiado obstinada. Piensas que lo que no haces tú mismo no sucede".

No me malinterpretes, el control en sí mismo no es malo en absoluto, es sólo que lo hemos estado aplicando a las cosas equivocadas. Hemos estado intentando domesticar y controlar el lado creativo salvaje que hay en nosotros, cuando en realidad lo que deberíamos domesticar y controlar es la mente para que no vaya en contra de nuestra naturaleza de espíritu libre.

Debemos aprender a entrenar y controlar la mente, para que no nos controle a nosotros. Tenemos que vigilarla como si fuera un mono bebé al que debemos entrenar poco a poco para que no vaya por todas partes complicándonos y arruinándonos la vida. Tenemos que ser conscientes del interminable deseo de la mente de saltar de un pensamiento a otro, vigilándola como vigilaríamos a un niño que está cerca de objetos afilados.

Dondequiera que vaya la mente, fluye la energía. Es decir, sean cuales sean las historias que crees en tu mente, tus emociones te seguirán, y tus emociones determinarán cómo experimentas la realidad. Nuestra mente tiene el poder de llevarnos a una montaña rusa interminable de pensamientos y confusión o, si le proporcionamos las herramientas adecuadas, puede aportarnos claridad y felicidad.

La única forma de crear espacio para que la vida pueda realmente sucedernos es acallando el parloteo mental. Sí, nuestra mente agitada es lo que se interpone entre nosotros y ese lugar de calma, arraigo, felicidad y serenidad que existe en nuestro interior. La solución está en controlar la mente y no dejar que ella te controle a ti. Una vez que seas capaz de controlarla y dirigirla, podrás liberarte para adentrarte en rincones más reales, sutiles, misteriosos, creativos y expansivos de tu ser.

¿Cómo hacerlo? Atención focalizada única: eso es lo que los Maestros espirituales nos han estado enseñando durante años.

Cuando empiezas a meditar (especialmente si eres principiante) es muy importante que pongas toda tu atención en una cosa; que tengas la atención centrada en algo, como por ejemplo, la respiración.

En Jivamukti Yoga, cuando nos sentamos a meditar, nos centramos en la respiración y en el mantra LET GO.

Con cada inhalación dices en silencio LET, y con cada exhalación dices en silencio GO.... LET-GO. Y así lo repites en tu mente con cada respiración: inhala LET, exhala GO.

Poco a poco, notarás cómo puedes empezar a dejar ir cualquier pensamiento que surja. Sigue soltando hasta que finalmente llegues a un estado de silencio absoluto, de quietud absoluta y de paz absoluta en tu interior. Cuando centras tu atención en la respiración, todo lo demás que está pasando dentro de la mente empieza a desvanecerse, a aquietarse, a calmarse, para que podamos volver a cero y resetear nuestro sistema. Para que cuando volvamos a abrir los ojos, nos sintamos frescos y vivos de nuevo.

Donde va la atención fluye la energía

Si enfocas la mente, la controlarás.
Si controlas la mente, llegarás al centro de tu ser. En el centro no hay necesidad de controlar nada... eres libre.

Atentamente, 

Fernanda

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